El Cuerpo como Guía: Descubriendo Nuestro Barómetro Emocional

Una chica en posición de meditación en un espacio cálido

Si tienes un barómetro y sabes su uso, sabrás que nos indica la presión. Si la aguja se mueve hacia arriba, significa que la presión del aire está aumentando y que probablemente el tiempo mejorará. Si la aguja baja, es posible que llueva. Pero las cosas varían según las estaciones del año, así que predecir el tiempo es bastante complicado.

Al igual que un barómetro, nuestros cuerpos y sus sensaciones pueden actuar de forma similar, proporcionándonos información muy sensible sobre cómo están las cosas en nuestro interior en un momento determinado, convirtiéndose en una entrada a la consciencia y por ende poner luz a nuestros patrones de evitación, huida y la reactividad conductual inadaptativa.

Nuestros sentimientos pueden tener muchas dimensiones, pero por debajo de todas ellas, sosteniéndolas, hay una única escala en la mente que sencillamente registra la experiencia como <<positiva>> o <<negativa>>. Es como si esta capacidad funcionara como un barómetro interno, del mismo modo que un barómetro identifica la presión atmosférica, este barómetro interno proporciona una lectura del ambiente interno, de nuestra experiencia a cada momento. Del mismo modo que necesitamos leer el barómetro para obtener información del clima, necesitamos también leer y aprender este barómetro interno tomando más consciencia de lo que estamos sintiendo, de esta manera, tendremos la oportunidad de actuar de forma más adecuada y con mayor equilibrio mental , especialmente ante situaciones difíciles.

Aquí es donde entra en juego la sabiduría de Víctor Frankl, quien nos recordó que “entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestra capacidad de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta reside nuestro crecimiento y nuestra libertad”. Este “espacio” es esencial para alinear nuestras respuestas a nuestros valores, ante las vicisitudes que inevitablemente nos dará la vida. Y ese espacio se cultiva y se ensancha con la práctica de  la atención plena (Mindfulness). Al conectarnos con este momento, nos damos la oportunidad de observar nuestras emociones y sentirlas plenamente, en lugar de dejarnos arrastrar por la reactividad. Con la luz de la conciencia las vemos tal y cómo son, como eventos mentales pasajeros, fluctuantes, de naturaleza fluida como los fenómenos climáticos, y no cómo portadores de verdades inmutables.

La Evitación: ¿Por qué es tan importante la Luz de la Consciencia Plena en Nuestras Emociones?

La evitación experiencial se refiere a nuestro intento de eludir emociones difíciles y sensaciones incómodas. Aunque puede parecer una forma de autoprotección, a largo plazo, esta estrategia suele ser contraproducente, siempre y cuando nos alejen de nuestro valores o propósitos vitales. Por ejemplo, Imagina que te sientes triste y ansioso/a por asistir a un evento social, como una reunión de amigos o una celebración. Esa tristeza puede estar ligada a un sentimiento de inseguridad, donde temes que los demás no te aceptan o que no se interesan por lo que tienes que decir. La idea de enfrentarte a esa incomodidad provoca un impulso inmediato de evitar el evento.

En lugar de reflexionar sobre tus deseos de conectar y compartir momentos con tus amigos, y contemplar esos sentimientos y emociones difíciles desde el espacio de la consciencia plena, decides quedarte en casa, viendo una película. Este comportamiento te da un alivio temporal, ya que evitas enfrentarte a tus miedos y mantienes la comodidad de tu hogar.

Sin embargo, este escape momentáneo refuerza el ciclo de tristeza e inseguridad. Al no asistir, te alejas de las conexiones que son importantes para ti y perpetúas la creencia de que no tienes un lugar en ese grupo. Con el tiempo, esta evitación se convierte en un patrón: cada vez que surgen actividades sociales, te retiras, y cada vez sientes un vacío más grande.

La reactividad original, impulsada por tu tristeza y miedo, te aleja de tus valores de conexión y pertenencia. Al abrirte a la conciencia y permitirte experimentar esos sentimientos sin juzgarlos, puedes encontrar la valentía para asistir, aunque sea un poco. Al hacerlo, te alineas  más con tu propósito de cultivar relaciones significativas, lo que eventualmente puede llevarte a una mayor satisfacción emocional y bienestar.

 Cuando ignoramos lo que nos incomoda, contribuimos a la cronificación del dolor emocional. Las emociones reprimidas se acumulan, creando un ciclo de rumiación que nos aleja de la verdadera conexión con nosotros mismos. Ponemos nuestra mente racional analítica a trabajar para solventar las brechas entre cómo nos sentimos y cómo nos gustaría sentirnos, esta discrepancia, tratamos de salvarla por medio del análisis, comparación, juicios, predicciones, “viajes al pasado, y de nuevo al futuro”…al final generamos  una batalla sin cuartel donde el campo de batalla es nuestra mente. En realidad, nuestra mente actúa para protegernos, es lo que saben hacer las mentes, resolver problemas y de hecho son muy valiosas para ello, pero en el mundo emocional son ineficaces y contraproducentes.

Cuando reaccionamos automáticamente, es como si pusiéramos una venda sobre una herida en lugar de tratarla adecuadamente. Sin la luz de la conciencia, pasamos por alto las señales de alarma que nuestro cuerpo nos envía. Esta reactividad mental se alimenta de juicios sobre nuestras emociones, lo que solo intensifica la incomodidad y el sufrimiento.

Por el contrario, la atención plena y la conciencia, junto con elementos como la aceptación y una actitud compasiva, actúan como un bálsamo. Al abrirnos a nuestras emociones sin juzgarlas, debilitamos esos patrones reactivos. En lugar de huir de la tormenta, aprendemos a navegar por ella, dándole espacio a nuestras sensaciones para que se expresen. Este proceso no solo nos ayuda a reducir el dolor, sino que también nos permite reconectar con nuestro barómetro interno, favoreciendo un bienestar emocional más profundo y sostenible.

Llevarlos a la consciencia debilita su influencia sobre la mente y nos brinda la posibilidad de reaccionar ante ellos de una forma que no perpetue el círculo de la aversión y haga más probable que nos veamos arrastrados a la espiral de la depresión, inseguridad, ansiedad…etc.

¿CUÁL ES LA FORMA MÁS FIABLE DE CONECTAR CON ESTE BARÓMETRO? LA CONSCIENCIA DEL CUERPO.

El momento en que notamos que la aversión está emergiendo como respuesta al hecho de identificar un sentimiento negativo (por ejemplo, tristeza, rabia, ira, miedo), se convierte en un momento clave, en justo el punto crítico en el cual la atención plena puede ayudarnos abrir nuevas posibilidades de acción sabia (en palabras de Víctor Frank, es el espacio para la sabiduría). Para empeza,r al tomar consciencia de una forma cálida y libre de juicios de las sensaciones corporales que acompañan a los eventos privados aversivos, inmediatamente podemos utilizar con más sabiduría la información que viene implícita en las sensaciones y los sentimientos en sí. Finalmente, descubrimos otras maneras de responder con atención plena a lo incómodo tal y como se siente en el cuerpo. Y esto incrementa enormemente la probabilidad de que ésta se disuelva en ese preciso instante o bien se disipe de forma gradual. El mundo emocional es fluido, paradójicamente cuando dejamos de lucharlo, evitarlo, y nos abrimos al espacio de ser sin juicio, sin nada que hacer, solo observando, se suelta en su naturaleza fluida. Cuando luchamos nos aferramos, lo retenemos, como el agua se estanca.

Los pensamientos como eventos pasajeros dejan una huella en nuestro cuerpo,  de la misma forma los impulsos se pueden sentir en nuestro cuerpo. Si prestas atención, antes de emitir la reacción de evitación, esa urgencia se puede percibir como una sensación corporal. En los programas de Espacio Mindful con el trabajo de la Atención plena y la Flexibilidad Psicológica focalizamos todos los esfuerzos de aprendizaje en este espacio de consciencia libre de juicio, y comenzaremos adentrarnos progresivamente con nuestra atención plena en eventos más desagradables o incómodos, localizando o focalizando con el foco de la consciencia su reflejo en el cuerpo. Percibir corporalmente cómo se van construyendo las reacciones – es decir, ser conscientes de ellas – , es el primer paso para que no nos controlen. La próxima vez que te encuentres atrapado en una cadena reactiva, tomate un tiempo para recorrer las sensaciones corporales y prestar atención cómo se va armando el impulso. Vamos integrando de forma progresiva todos los elementos  de la flexibilidad psicológica.

Para ser conscientes de las reacciones y así transformarlas en una respuesta, necesitamos:

  • Observar en nuestro cuerpo cuándo empieza el impulso;
  • Reconocerlo;
  • Contemplarlo (no luchar con él y observar los pensamientos que lo acompañan);
  • Dejar que el impulso se despliegue (que aparezca y desaparezca para luego elegir como responder sabiamente).

Apliquémoslo en una práctica informal. La próxima vez que sientas picazón en una parte del cuerpo, en vez de reaccionar inmediatamente y rascarte, sigue los pasos anteriores. Observa cómo se manifiesta en el cuerpo el impulso de rascarte, cómo lo percibes, invístete de las actitudes mindful, de una curiosidad de principiante y apertura, reconoce cómo se presenta en el cuerpo y cómo se despliega, permanece un tiempo así en la medida de lo posible, obsérvalo con curiosidad. Explora cómo sería llevar esto a las reacciones o impulsos que nos arrastran y nos toman como prisioneros en nuestras vidas, comer, fumar…etc. Sin duda no es nada fácil al principio, pero las pulsiones, al igual que los pensamientos y demás eventos internos tienen una característica básica, la impermanencia, vienen y se van, somos nosotros, que las agarramos, paradójicamente al luchar contra ellas, deteniendo su fluir. Ser conscientes nos lleva a recorrer varios aspectos para despertarnos y abrirnos a la experiencia con conciencia, con la práctica, es como correr un velo, vemos los eventos emocionales tal y como són, no cómo dicen ser.

 Las claves para los distintos aspectos del despertar a la experiencia son: notar lo que está ocurriendo en el aquí y ahora, aprender a describir la experiencia (no a juzgarla, soy un triste a <<en este momento estoy experimentando un sentimiento de tristeza>> y finalmente, registrar cómo se despliegan nuestras acciones, lo que hacemos en el momento y adónde nos lleva ese seguimiento de nuestro modo de ser en acción.

Ahora, te invitamos a realizar un ejercicio de meditación formal centrado en la exploración corporal, conocido como “barómetro interno”. Esta práctica te ayudará a sintonizar con tus sensaciones y emociones, promoviendo la conexión contigo mismo.

Encuentra un lugar cómodo, cierra los ojos si lo deseas y permítete explorar el momento presente. ¡Disfruta de la experiencia!

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