La exploración de la consciencia y del SER ha sido una constante en la historia del pensamiento humano, abarcando desde antiguas tradiciones filosóficas hasta disciplinas científicas modernas. Este concepto tiene diferentes nombres y definiciones, pero su esencia permanece: la búsqueda de entender la verdadera naturaleza de nuestra existencia.
En las filosofías orientales, encontramos el “Atman” en el hinduismo y el “Anatta” en el budismo, que se refieren al yo esencial o al no-yo, apuntando hacia una realidad más allá del ego transitorio. Taoísmo también explora el Wu Wei, resaltando la importancia de fluir con la naturaleza del ser.
En la psicología contemporánea, el “Yo Observador” y el “Yo Contexto” de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) describen este aspecto constante de la consciencia que observa pensamientos y emociones sin identificarse con ellos. Esta idea está respaldada por investigaciones en neuropsicología que sugieren que nuestra consciencia es una función cerebral compleja que nos ayuda a integrar experiencias y mantener el equilibrio interno.
Autores como Carl Jung hablaron del “Sí mismo” como el núcleo central de la personalidad, mientras que Alan Watts, filósofo y escritor, exploró la conexión entre la consciencia individual y el universo. “Tú no eres solamente un yo, eres un continuo con todo el cosmos”, afirmaba Watts, sugiriendo una interconexión entre el individuo y el todo.
En campos como la física cuántica, mentes brillantes como Erwin Schrödinger han especulado sobre la unidad de la consciencia. Mientras que en la filosofía de la mente, figuras como David Chalmers discuten el “problema duro” de la consciencia, buscando entender cómo se relaciona la experiencia subjetiva con procesos físicos.
Los avances en neurociencia han comenzado a desentrañar el misterio del SER. Investigaciones sobre estados meditativos muestran cambios significativos en la actividad cerebral que sugieren una conexión entre prácticas contemplativas y una experiencia más integrada del SER.
Clarificación Experiencial del SER
Aun con las descripciones detalladas, la verdadera comprensión del SER se encuentra más allá de las palabras. Esta presencia, muchas veces oscurecida por el ego, el cual actúa como el yo contenido en nuestros pensamientos, narrativas y deseos, puede ser entendida al diferenciarse del SER, que funge como el yo contexto.
El ego es esa parte de nosotros que se centra en identidades y logros transitorios; es reactiva a la aprobación externa y temerosa de la desaprobación. En cambio, el SER es simplemente el “yo” que observa y existe, sin necesidad de justificarse.
El autor Eckhart Tolle dice: “Olvida la emoción de que no eres feliz; sé consciente de lo que queda.” Aquí invita a observar que, sin identificarse con pensamientos y reacciones, se revela un estado de serenidad inherente.
Para conectar con este estado de SER de manera experiencial, podemos practicar mindfulness y meditación. Jon Kabat-Zinn, pionero del mindfulness occidental, anima a “prestar atención, de una manera particular: a propósito, en el momento presente y sin juzgar”. Este enfoque despoja las capas de ruido mental para acercarnos a nuestra esencia.
Al integrar estas prácticas, descubrimos que el SER es el vasto cielo detrás de las nubes pasajeras de pensamientos. Tal como dijo el poeta y filósofo Rumi, “Más allá de las ideas de hacer lo correcto o incorrecto, hay un campo. Te encontraré allí.” Este “campo” se encuentra en el espacio del SER, dando cabida a un sentido incondicional de unidad y paz interna.
A medida que cultivamos esta conexión con el SER, creamos un refugio interno, una habilidad para navegar la vida con una percepción y aceptación más brillantes, logrando ver el panorama completo de nuestra existencia.
Pero, ¿cómo clarificamos este concepto no verbal del SER en nuestra vida diaria? La experiencia del SER es menos un dato que se enuncia, y más una vivencia que se cultiva.
El modo SER se contrapone al piloto automático, esa tendencia en la cual nuestras acciones y pensamientos son guiados por el hábito más que por la elección consciente. Al vivir en piloto automático, a menudo quedamos atrapados en distracciones y reactividad, olvidando la profundidad de quienes somos realmente.
Para explorar el SER de manera experiencial, no podemos valernos solamente de palabras. La práctica de mindfulness y la meditación son puertas hacia este estado de ser, donde la mente deja de estar atada a los tiempos del pasado y del futuro, y se instala en el aquí y ahora. En estos momentos, se puede sentir, no solo entender, que el SER es aquel que observa el fluir de la vida.
Puedes visualizar este espacio consciente como un cielo vasto. Los pensamientos y emociones son nubes que pasan; algunas ligeras, otras pesadas, pero ninguna tiene el poder de cambiar la esencia del cielo. Así, el SER es ese fondo siempre presente, siempre tranquilo.
El viaje hacia el SER implica un proceso de apertura y aceptación, tal como lo propugnan las filosofías ancestrales y las terapias modernas. Es un recordatorio simple pero poderoso: más allá de todos los roles, narrativas y autoimposiciones, hay una parte de nosotros que simplemente “es”.
Mediante prácticas experienciales, nos damos cuenta de esta presencia en nosotros mismos, cultivando una relación más profunda y auténtica con todo lo que nos rodea y lo que somos. Al hacerlo, descubrimos un tipo de libertad que solo se encuentra en el presente, en cada respiración y en cada momento vivido con plena atención.